martes, 5 de marzo de 2013

Perdidos en el campo

Ya no doy más en el trabajo, necesito unas vacaciones inmediatamente. Hace un tres años que no salgo de Santiago, y pasando de largo las vacaciones como vendedor o conserje de edificios, no he disfrutado vacaciones desde el colegio. Tenía ganas de salir de vacaciones desde que entré a estudiar . Algunos más aperrados, a mi edad, habían recorrido distintos lugares de Chile. Yo, por otro lado, seguía juntando hasta la última de las monedas para los textos del año académico. Si me quedaba tiempo, me arrancaba, y eso no era nada para recuperar el ánimo. Con trabajo tenía billete de sobra. Me fui de la casa, decidí compartir departamento con mi niña, y en la conversación se repetía la idea de escaparse varios días. Los dos anhelábamos desconectarnos, no importaba el destino. Me animé y decidí hacer la jugada financiera de la vida con unas vacaciones pagadas en cuotas Preferimos viajar dentro de Chile, primero hay que conocer de donde venimos Nos hubiese encantado recorrer el mundo completo, pero no siempre se puede. Yo quería ir a cualquier lado donde hubiese cerveza y mucho qué comer. Como la plata nunca es suficiente para lo que uno quiere, aterrizar en Japón sería imposible, ni menos el El jardin Colgante de Babilonia o la Muralla China. Aunque uno no lo crea, escapar de la ciudad es más fácil de lo que parece, no es necesario pasar días arriba de un avión para encontrar relajo. Sin ruido ni el ajetreo de la ciudad, paisajes bucólicos, lo más rústico posible. {Mi papá me mencionó que mi abuelo tenía una finca en el sur|Un tío me ofreció su casa cerca de la selva|Un amigo me convidó a su casa en el sur.El sector estaba rodeado por bosques y montañas. Además, permitía explorar toda la región, todo quedaba cerca. Queríamos seguir al sur, la casa era ideal para ir, descansar un poco y partir de viaje. Todo quedó listo para fines de junio. El día del viaje manejamos por turnos, unas seis horas cada uno, hasta llegar a la casa. Retiramos las cortinas living comedor y quedamos extasiados con el ambiente de sosiego, un lindo viernes de julio en la costa. Todo el sector es fabuloso, exclamó cortinas. Había harta plata invertida en la casa. Adentro era todo automático y motorizado, las cortinas se abrían a control remoto. Me puse a jugar como niño chico con el control remoto, moviendo el roller, y cuando ya tenía dominados los controles, programé el sistema para descorrer las cortinas al bien tarde. Igual dejé el control remoto a mano, por si es mejor seguir durmiendo

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