lunes, 18 de marzo de 2013

Mi minina es un huracán que arrasa toda la casa

Poseo una minina que se cuelga de las cortinas. Le gusta tirarse desde los muebles, se encarama a la tela y entierra su uñas, desbaratando todo. Pensamos que al primer celo ya no destrozaría tanto las telas. Desde hace un par de años que esperamos que deje sus comportamientos destructivos. . Le compramos unos tableros forrados con cáñamo. Según el dependiente de la tienda, era infalible felinos, se aproximarían hasta las mascotas de los vecinos a disfrutar frotando sus garras en la cuerda pegada a la superficie. En la mansarda le dejamos el regalo, y con alegría vimos que comenzaba a jugar al instante. Luego, y con mucho dolor, nos percatamos que se preparaba para ajar con mayor efectividad las cortinas nuevas. En mi hogar hasta mi mamá estaba enojada con la mascota. Le gustan los gatos tanto como a mí, pero esto la superaba. Ya hemos cambiado sillones, cortinas, manteles, sillas, la tapicería completa unas tres veces. Y la gata vuelve en un abrir y cerrar de ojos al ataque, rasguñando un tapiz nuevo. Redacté una entrada en mi sitio web sobre el tema. Una amiga de mi madre me dijo que internara a la gata en una clínica de rehabilitación. Sólo creía que habían para perros, siendo que los felinos son muy porfiados. Recibí muchas sugerencias, así que decidí probar. Hallé muchas en Bogotá, donde estoy viviendo en este instante, luego de irme de Cali. opté por una y fuí a visitarla en persona. Me he vuelto muy preocupada por mis animales, las siento como mis hijas. Fue extrañísimo darse cuenta que si bien era una clínica moderna y muy tecnológica, me cautivó el tono familiar que reflejaba un trato a gran nivel. Me decidí a llevar a mi gata al centro, en este lugar tendría un trato único. Tal y como decía el parecer de la doctora, estaba contrariada por el poco espacio de mi departamento, y con la operación para esterilizarla, así que no podía buscar mucha distracción. Primero una enfermera revisó a la minina en la recepción del centro veterinario, y abrió un panel japonés, donde caminó por un largo pasillo, y no la volví a ver. Estuve hasta fin de mes angustiada de volver a mimarla. {En ese tiempo volvimos a comprar las roller cortinas |En la casa aprovecharon de comprar unas bellas motorized shades, y todo lo que la gata tenía destrozado. Y mi gata no volvió a ser la de antes, después de dos meses fue abducida para gusto de mi malvada madre.

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