jueves, 31 de enero de 2013

Las soñadas vacaciones

Estoy aburrido de mi pega, exijo un descanso largo right now. Hace un par de veranos que me escapo de Bogotá, y pasando de largo las vacaciones como vendedor o estafeta de oficina, no he descansado desde el colegio. Venía planificando un viaje desde que comencé con la U. Mis amigos ya habían salido del país, recorrido el sur en skate, ellos tenían más plata. Yo, por otro lado, seguía juntando todos los pesos para los textos del año. Si tenía varios días libre, me escapaba donde fuera, y eso no era nada para recuperar las energías. Ahora tenía dinero para salir. Me fui de la casa, decidí compartir departamento con mi niña, y ella también quería tomarse harto tiempo y no saber nada del trabajo . Los dos anhelábamos desconectarnos, no importaba el destino. Decidimos juntar un año una parte del sueldo cada uno, en un fondo común, y cotizar ofertas de viajes Costó decidirse a dónde ir, las decisiones en estos casos nunca son automáticas. Nos hubiese encantado recorrer todo el planeta, pero no siempre se puede. Alejandra quería relajo, paisajes naturales, rústicos. Como la plata nunca es suficiente para lo que uno quiere, aterrizar en Japón sería imposible, ni menos el Cristo Redentor o la Muralla China. Pero no hay que viajar tan lejos para escapar del ruido infernal de la ciudad. Sin ruido ni el ajetreo de la ciudad, paisajes bucólicos, lo más rústico posible. Me acordé que me mencionó que una cuñada tenía una finca en el sur.El sector estaba rodeado por mar y cordillera. Estaba, además, cerca de varios lugares turísticos. Alejandra quería estar una semana y viajar más al sur, la cabaña serviría para descansar. Planificamos el viaje para para la última semana de junio. El día del viaje manejamos por turnos, unas seis horas cada uno, hasta llegar a la casa. Sacamos las Cortinas Enrollables y quedamos extasiados con el ambiente de quietud, el primer día de las vacaciones juntos. Es todo tan hermoso, dijo Alejandra al mirar por la ventana. Mi tío le había metido plata a la casa, era evidente. En la casa era todo automático y motorizado, las cortinas se abrían a control remoto. Mientras mi polola miraba las piezas de la casa, jugué un rato con el control remoto, subiendo y bajando con el roller, y cuando ya tenía dominados los controles, programé el sistema para descorrer las cortinas al mediodía. Excelente momento para despertarse los días de descanso

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